En Respuesta al artículo “Encrucijada*”, de Daniel García Santos, aparecido recientemente en La Jiribilla, en el que se ejerce la crítica a mi Novela Todos los buitres y el Tigre(Siruela, Madrid,2006)
Cuando hace días leí la crítica(elogio o ataque, según se mire) que La Jiribilla ha publicado (y que otros múltiples sitios vinculados al castrismo y a la extrema izquierda internacional, tales como Rebelión o Cubainformacion**, han reproducido en Internet), sobre mi novela “Todos los buitres y el Tigre”, publicada hace un año por la editorial madrileña Siruela, pensé en escribir un artículo de agradecimiento, no tanto a la mencionada publicación, sino al articulista, Daniel García Santos, con quien siempre tuve una relación muy cordial, aunque no tan cercana, a pesar de que él era(y es) el Director de Letras Cubanas, mi editorial en la isla hasta hace poco menos de seis años, cuando me fui al exilio.
Ya me esperaba yo el ataque, desde que a mediados de febrero de este año recibí, en el marco de la polémica entre intelectuales cubanos en torno a la reaparición pública de los principales comisarios políticos de la década del setenta, una serie de emails anónimos donde se me amenazaba con ciertas misteriosas represalias; un ataque, en fin, como el que usualmente el poder mediático del régimen dirige contra aquellas personas que le resultan molestas. Sin embargo, en el artículo “Encrucijada” advierto algo diferente, algo ajeno a la tónica general de La Jiribilla: aunque la arremetida es claramente extraliteraria, la cosa personal está por detrás, cubierta por una pátina de supuesta imparcialidad(los elogios a mi obra al principio del artículo) y por ello más efectivo ante lectores ingenuos.
En efecto, tras superar la perplejidad que me produjo la lectura del artículo, y luego de intercambiar puntos de vista con mi buen amigo Jorge Pomar—antiguo compañero de trabajo del articulista en el Instituto Cubano del Libro(ICL)--, quise escribir una nota de agradecimiento a Daniel, donde le hacía notar que cuando se deseaba complacer al jefe de la Jiribilla y de todo el feudo de la esfera de la literatura, el presidente del ICL, Iroél Sánchez, no era acertado concebir críticas donde se le reconocía al adversario talento artístico, ni a su obra valor intrínseco. Es decir, agradecerle a Daniel que me hubiera reconocido, en medio de un ataque claramente fraguado en el Alto Comisariado de la cultura cubana, rasgos humanos, cualidades intelectuales como el talento, y que si acaso me achacase alguna leve malformación ética, justificable incluso si se tienen en cuenta las “circunstancias perentorias” que me “condicionan” en Alemania, mi “actual país de residencia”.
No, Daniel , ése no es el camino, ahora que se me considera en Cuba una de esas criaturas infecciosas, uno de esos Enemigos de la Revolución, carroñeros insaciables que se alimentan de dólares imperiales, desvergonzados depredadores dispuestos siempre a abalanzarse sobre la Gran Víctima Heroica, esa Cuba que sólo existe en la imaginación de una decrépita caricatura de Dictador y sus aduladores dentro y fuera de Cuba, tales como el mencionado Presidente del ICL, o como el otro, Ignacio Ramonet, más inteligente, que vive sus fantasías cómodamente instalado en Francia”.
Se nota enseguida que en tu artículo no hay nada personal. Sospecho que lo escribiste por encargo, con mala conciencia. Los argumentos que usas contra la novela (contra mi persona, que es en el fondo la diana en la mirilla de los francotiradores a sueldo de la Dictadura desde antes de tu disparo) carecen de pura lógica, y a veces hasta parecen haber sido concebidos así a propósito, para decir cosas entre líneas o para que se interprete lo contrario de lo afirmado. Cito un párrafo delicioso donde luces especialmente tus sutiles artes:
A todo esto habría que agregar recursos sutiles, como el empleo de sinónimos para armonizar frases al uso en el español de Cuba, con giros propios del español de España, habitual recurso de mercadotecnia en este tipo de literatura: el club literario, el asesor del club, en Cuba decimos taller literario; temblona de coraje, sustituido por trémula de coraje; tomatal, por campo de tomate; puré de tomate, por pasta de tomate; cuartón, por cobertizo; tragos gratis, por copas gratis; traguito de café, por vaso de café.
Pero vayamos por partes:
No solamente en nuestra isla, sino en todas partes, incluyendo a España y toda Latinoamérica, se le llama taller literario a un taller literario; club literario es un término que acaso no se usa en el ámbito hispanoamericano, sino sólo en el ambiente medio mítico del relato que se narra dentro de la novela y que se desarrolla en Kubba, no en Cuba, fíjate bien. Por lo demás, en el relato “El cuento más terrible del mundo”, publicado por tu editorial hace ahora siete años, y que como bien dices es un claro antecedente de la novela, no se mencionan ninguno de los dos términos.
Temblona(que tiembla mucho, según la RAE), de coraje o de lo que sea, no es ningún cubanismo, y si te fijas es tan castellana como trémula(que tiembla, siempre según la RAE); obviamente la sustituí sólo por cómo suena dentro de la oración; Borges es uno de mis maestros, y mi ambición la precisión y la belleza de la lengua castellana.
En cuanto a lo de “traguito de café, por vaso de café”: te recuerdo que en España abundan las tazas de porcelana, y que sólo en Cuba, Haití y los países más pobres del mundo la gente(hablo de los de abajo) tiene que tomar café en las laticas de coca cola recogidas en la basura, o en el mejor de los casos en vasos de cristal.
Por lo demás, tomatal, por campo de tomate, y puré de tomate, por pasta de tomate; cuartón, por cobertizo; tragos gratis, por copas gratis, no son, por supuesto, los cambios que haría un autor dispuesto a venderse al mejor postor editorial, ni los ejemplos que pones son los que van a convencer a los lectores de que es así; más bien son los imprescindibles cambios que cualquier autor hace a su obra cuando vuelve sobre ella, para lograr el legítimo objetivo que se proponga, ya sea contraerla, expandirla o simplemente afinarla.
En efecto: como conocen todos aquellos(incluyéndote a ti) que han seguido mi obra a través de mi ya larga(que no extensa) carrera literaria, soy de esos autores que crean, granito a granito y a través de décadas, mundos cerrados, esféricos, donde los personajes vienen, van, pasan, se miran entre sí, ofreciendo de paso los unos de los otros visiones tangenciales a través de sus particulares perspectivas; si te fijas bien, no solamente están integrados en “Todos los buitres y el Tigre”( Siruela, Madrid, España, 2006) dos de los cuentos del cuaderno “La bandada infinita”(editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2000), cómo señalas en tú artículo: el hombre enloquecido que sale al final de la novela, y que no aspira a otra cosa que a escarbar la tierra en busca de huesos y de culpas, no es otro que el protagonista de uno de mis cuentos más conocidos, “Prisionero en el círculo del horizonte”, que publicó en Cuba por segunda y tercera ocasión la editorial que diriges, la primera de ellas como parte de la antología “Los últimos serán los primeros”(Letras Cubanas, 1993) y la otra como parte del libro de cuentos homónimo(Letras Cubanas, 1994).
Desde luego, montones de autores se obsesionaron antes con la construcción de tales mundos, entre los cuales los mejores ejemplos son quizá Balzac, Sherwood Anderson y J. D. Salinger; eso por no mencionar al socorrido García Márquez, que hizo más o menos lo mismo, es decir: volver sobre viejos cuentos y a veces incluso incorporarlos a sus novelas.
Por si todo esto fuera poco, me gustaría contarte que antes de ser un cuaderno de cuentos “La bandada infinita” fue un proyecto de novela, que intenté ejecutar por primera vez alrededor de 1996, tomando directamente de la realidad que me rodeaba historias y personajes. Para ser exactos, pretendía, en fin, que mi novela reflejara lo que dices que refleja finalmente el libro publicado por Siruela: «Asco, sordidez, traición, violencia, represión, acoso policial, abuso de poder, ambiente carcelario, frustración».
Debo reconocer que me gustan las enumeraciones (borgeano recurso), y que hubiera celebrado la tuya sin reparos si no fuera porque a continuación lo echaste todo a perder, afirmando con pasmosa ingenuidad que se obtienen tales logros literarios sólo «sacrificado los valores iniciales de dos de los mejores cuentos de “La bandada infinita”, en aras del precio político que el autor, desde sus nuevos condicionamientos, tiene que pagar».
Vamos, Daniel, ¿qué argumentos son esos? ¿De verdad nunca te diste cuenta de lo que reflejaban mis cuentos? Pero hombre, si hasta lo manifiestas explícitamente en tu artículo:
Por ejemplo, en la versión original de “La bandada infinita” el Viejo lucha infructuosamente, se infiere que en pleno período especial, por proteger sus vacas de los matarifes que asolan el lugar […]. Es un acoso constante, que no tiene rostro ni nombre.
Y también:
En “El cuento más terrible del mundo”, el Gordo sufre la frustración de sus ansias por convertirse en escritor y una situación de pobreza extrema, con una madre malformada y un sobrino con síndrome de Down, e intenta encausar su necesidad de evasión en la creación simbólica del Tigre de Bengala, que, por si fuera poco, ha desaparecido.
Para ser más claro, transcribiré un párrafo de “La bandada infinita” (Letras Cubanas, 2000):
En las ciudades la gente no echaba a la calle migajas, la gente misma vivía de migajas, y los perros y los gatos estaban infestados de sarna… La sarna los devoraba poco a poco, mal nutridos, o se devoraban entre sí… Se habían dado casos de personas que comían perros sarnosos, o de vendedores ambulantes de pan con perro, todo era posible ahora en este país, dijo la vieja.
Evidentemente, en los textos de “La bandada infinita” se hablaba como en pasivo, es decir: “Este país fue arrasado”. “¿Quién lo arrasó?” “Ustedes saben muy bien, queridos lectores”. Lo curioso es que en la novela ocurre exactamente lo mismo, pues en ningún momento se hace otra cosa que no sea narrar, sólo que, debido a las características del género, las cosas, los hechos narrados adquieren su justa dimensión, y se alejan naturalmente del carácter fragmentario, casi estático, propio del cuento como género.
Efectivamente, y por la razón anteriormente expuesta, la novela es más explícita, porque muestra la estrecha relación que siempre existió en mi imaginación entre los personajes de mis cuentos, de mi mundo de ficción. Pero quien se lea hoy con honradez mi obra, encontrará sin duda una coherencia sin fisuras, y confirmará, atando cabos, que la novela no se contradice con los cuentos que le dieron origen, sino todo lo contrario. Si quieres profundizar, te invito a releer con honestidad toda mi obra, que no es para nada muy extensa.
En mis cuentos, empezando por los de “Prisionero en el círculo del horizonte”, mi primer libro publicado, encontrarás todas las obsesiones de mi novela y de mi vida. La división terrible en el seno de mi familia por causas ideológicas(mi padre nunca entendió mi eterna animadversión por su ídolo, Fidel Castro), y luego ya el trauma y la culpa que me atormenta todavía por haberle causado tantos problemas involuntarios(leer “Father’s Death”); el trauma de haber sido arrancado del seno del hogar a los trece años para ser enviado a aquella asquerosa escuela en el campo, donde ocurrían cosas peores que la violación contada en “Todos los buitres…”(Leer el “Palco del Rey”); mi paranoia y mi eterna desconfianza hacia los policías y lo policial, adquirida en mi pueblito, donde todo permanecía siempre bajo el ojo delator del vecino, y donde cualquier comentario que hiciera podía conducirme al cuartel, así como el perenne temor de ser condenado por delitos no cometidos bajo el que todos los cubanos hemos vivido en tiempos de Fidel Castro(leer “Prisionero en el círculo del horizonte”).
Manipular, según la RAE(a lo mejor la Academia Cubana de la Lengua dice algo diferente, no sé), significa «Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares». “Todos los buitres y el Tigre” reafirma, simplemente, el mundo descrito en mis cuentos, y luego lo amplía y redimensiona, de la misma manera en que mi próxima novela hará lo propio con mi obra anterior.
Por último, Daniel, me gustaría señalar que tu intento de demolición resulta desde el principio inverosímil (salvo para un grupo de mediocres trasnochados de la extrema izquierda internacional, alguna gente muy desinformada del barrio de la cultura en Cuba y por supuesto los que le chupan la teta a la vaca famélica del castrismo), debido a la calidad de los argumentos esgrimidos. Más que argumentos, son una sarta de lugares comunes y de clichés.
Pero sólo me referiré al principal de ellos: ¿Acaso intentas en serio convencer a los lectores de que en Europa o alguna otra parte existe un gran mercado para un tipo de literatura que muestre la Cuba de hoy de manera crítica, o una literatura cubana de denuncia? ¿Acaso crees que un autor que asuma una posición vertical, sin ambages, frente al castrismo, tiene más posibilidades de éxito que quien, ejerciendo su derecho personal, se mantiene en silencio?
Vaya, Daniel, mientras más anticastrista sea tu libro, sin importar cuán bueno sea (y no dudo que puedan existir magníficos libros anticastristas), menos posibilidades tendrás de promoverlo, menos universidades te invitarán a conferencias o a lecturas de textos, y en caso de que logres al fin publicarlo, menos ejemplares lograrás vender.
El Progresismo, esa ideología tan difícil de definir, controla casi palmo a palmo el mundo académico, buena parte de las editoriales y de los grandes medios de prensa y la casi totalidad de los espacios públicos, incluyendo las fundaciones, las casas de cultura comunitarias y las organizaciones multiculturalistas, todas ellas de muy variada pinta, pero unidas por un antiamericanismo irracional cuya bandera es la Cuba fidelista, a la cual se le perdona todo, pobrecitos, resistiendo el bloqueo por casi cincuenta años…Aquí, lamentable e invariablemente, tienes problemas serios si dices la verdad sobre el castrismo; mejor te conformas con decir sólo una parte y te apoyas en la manida muletilla del bloqueo. Resumiendo: lo difícil aquí no es ser un fidelista o un guevarista, un revolucionario o un progresista; es, por el contrario, lo más cómodo, lo que más dinero y becas da, y lo que te hace definitivamente popular entre las muchachas soñadoras de las universidades.
Por cierto, creo que no te fijaste bien qué editora publicó mi novela. ¿Acaso no sabes que a nadie en su sano juicio se le ocurriría afirmar que Siruela “exige” a sus autores “un precio político”? Si existe una editorial alejada del mercadeo literario y del mundanal ruido de la política, esa es Siruela. Si alguna editorial en lengua castellana no ha publicado nunca un panfleto político, esa es mi editorial. No se puede decir lo mismo de las editoriales cubanas, de ninguna, incluyendo la que diriges. Todas están al servicio del anciano sátrapa y de sus lugartenientes designados a dedo, como tu Jefe en el ICL., Iroél Sánchez.
De todos modos, acepta, por favor, el testimonio de mi más sincera gratitud. Considero tu texto, que tiene la por aquellos lares rara delicadeza de concederle in extenso la palabra al condenado, una efectiva forma de mercadotecnia. Eso, al margen de las opiniones oficiales vertidas, que (Pomar dixit, y te manda recuerdos) no son del todo las que bullen entre tus sienes.
Créeme, Daniel, no puedo menos que estarte agradecido. Aprovecho para enviarte cordiales saludos. ¡Cuídate!
Notas:
*Encrucijada ha aparecido hasta ahora, que yo sepa, en los siguientes sitios:
http://www.lajiribilla.cu/2007/n316_05/316_29.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51463
http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&task=view&id=602&Itemid=65
http://www.cubaliteraria.com/delacuba/ficha.php?Id=3863
**Cubainformación es un sitio de la izquierda aberzale dedicado a promover el modelo castrista en el País Vasco y en toda España. ¿Se imaginan para qué?